Sunday, January 29, 2012

De huevos de elefante

¿De que van las relaciones románticas?

Hace poco me hacía esa pregunta mientras partía una papaya. Hoy en día tenemos tantos modelos de lo que son, deben o deberían ser las relaciones que es muy confuso todo. 

Como seres humanos y sociales siempre estamos buscando un ejemplo de cómo hacer las cosas, pienso que en parte es una forma de disminuir la posibilidad de error, pero ahora hay tantas opciones que es difícil decidir o escoger un ejemplo, además hay tantos estilos de vida, ideologías y personalidades que encontrar uno que quede “customized” es bien complicado.

Al final de cuentas cada quien hará lo que quiera y pueda. Pienso que lo que nos limita es el miedo a no hacerlo “bien”. Pero ¿qué es hacerlo bien?

Al partir la papaya y ver sus entrañas llenas de bolitas negras y observar a la vez a mi primo de 6 años que por ahí andaba, me vino a la mente la loca idea de decirle que las semillas de la papaya eran huevos de elefante, solo para ver su reacción. Tal vez él no lo creería porque es uno de los niños mas listos que conozco de su edad, pero qué tal un niño de 2 años, que cree todo lo que le dicen las personas que parecen saber de qué se trata la vida. Seguramente iría por la vida pensando que la papaya daba huevos de elefante hasta que intentara germinarlos o descubrir lo contario en algún libro.

Y tú, ¿te crees todas las historias que te cuentan?

Del cine de esta tarde.


Tengo tantas cosas que decirte que en un intento desesperado por escribirlo todo y revelar a la vez lo menos posible te me haces bolas, te vuelves esa persona en mi cabeza y todo lo que escribo se convierte en parte de una historia, pero no de una historia real que empezaría por contarte qué desayuné esta mañana o que voy a  ir al cine a las 7.30 de la tarde, no, se vuelve una historia en donde empiezo a escribirle a la persona en mi cabeza (no, no tengo esquizofrenia), esa persona que nos vamos construyendo a través de los años y las experiencias, resultado de archivar y taggear comportamientos propios y ajenos, esa persona que se convertirá en depositario de todas nuestras expectativas y esperanzas, esa persona que solo tendrá algunos defectos (los que nosotros podamos manejar) porque nadie es perfecto y claro que tendrá todas las virtudes que nos hemos imaginado pues son cosas que al menos esperamos de nosotros mismos y debido a que con nosotros mismos hemos convivido toda la vida solo nos parece lógico esperar lo mismo de la otra persona, pero evidentemente no funciona así y al darme cuenta de esto y regresar a escribirte a ti, si, tú, el que me está leyendo y seguramente sintiendo una opresión en el pecho resultado del peso de muchas expectativas que ni siquiera sabes cuáles son, en ese momento en que recuerdo que te escribo a tí, pienso que no sé qué decirte y que lo mejor sería solo contarte que iré al cine esta tarde.

Noviembre, 2011.

Del sol de medio día.

Camino con el sol en la espalda, ese sol de mediodía que te abraza, que no cala, que te deja quitarte el sweater y que te hace sentir parte del mundo en una mañana de un día de otoño.
 
Recorro las calles viendo a los turistas pasar, a los niños jugar con globos, pidiendo un helado antes de regresar a casa. Me gusta, disfruto la diversidad, las muchas caras que aparecen ante mí. Escucho el ruido de la gente que ve los altares de muertos, las Marías pidiendo dinero en alguna esquina con los niños llenos de mocos en la cara, me volteo al otro lado porque soy cobarde ante la desigualdad en nuestro país y siempre pienso, algún día haré algo por esas personas, algún día.

Camino con la cabeza en alto, gozando del paisaje de arquitectura Colombina; el centro con sus altos edificios llenos de balcones me invita a imaginar cuántos mariachis habrán cantado junto a algún enamorado esperando la señal de que han sido escuchados en el piso de arriba.

Observo y analizo para mantener a mi mente ocupada porque cuando no esta distraída con las caras y los niños y los globos invariablemente regresa a tí y me cacho buscándote entre esa gente, porque sé que te gusta el centro y sé que sabes que lo disfruto y en algún desquiciado huequito en mi cabeza, de esos que se encargan de los asuntos metafísicos, me encuentro queriendo creer que piensas lo mismo que yo, y que me vendrás a encontrar y que si nos cruzamos será una señal, como el día que te busqué en el concierto de jazz (con saxofón) cuando sentía tu presencia al cerrar los ojos y tu vibra y la mía se sentían a tono con el beat del bajo, y entre la gente, te vi, como en Rayuela.

Mi mente se pierde en Rayuela e insisto en el pensamiento con la intención de que no regrese a ti, concluyo que sería algo que me gustaría platicar contigo, comentar el punto, que si la Maga (cuánta ironía), que si Oliviera, que si no es buena la historia pero lo salva el estilo literario y el viaje imaginario por las calles de París y recuerdo cuando citaste a Cortázar y yo también quería jugar al cíclope (Rayuela, cap. 7).

Así te busco sin querer encontrarte pero con ganas de hacer una tregua, de no verte, porque si te encuentro me robaria el tiempo la batalla campal entre la razón y la emoción, el eterno dilema entre el deber y el hacer, el querer, lo trillado, el cliché, la opinión de las amigas, Pepe Grillo, el silbidito. 

Sentada en una banca, mientras escribo estas lineas, te relego a la lista de cosas a olvidar pero a la vez nunca te sentí tan cerca, como el sol de medio día que me abraza con tus brazos. 

Noviembre, 2011.

De Sopa Maruchan


Vivimos en el mundo de las convicciones instantáneas, como de sopa Maruchan (calienta por tres minutos y listo!) y hasta la sopa Maruchan se queda más tiempo contigo (según algunos experimentos, cerca de 2 semanas).

El síndrome de Peter Pan, la paradoja de las decisiones, el miedo generalizado al compromiso, entre otros análisis que los estudiosos de los fenómenos sociales se han dedicado a publicar, permean en un mundo en donde las palabras y definiciones (me refiero a esto de definir las cosas como son) nos asustan y sin embargo nos hemos vuelto tan buenos con ellas que podemos usarlas interminablemente para atarantar a quien se deje sin necesariamente decir nada.

¿A qué voy con esto? Nos hemos vuelto cobardes ante el riesgo de elegir y al tener tantas opciones tan a la mano de la mayoría, dentro de cierto estrato claro, en vez de escoger algo y esforzarnos por conseguirlo, mantenerlo y hacerlo vida, al primer signo de dificultad le entramos a la catafixia, pasamos a lo que sigue y así consecutivamente, al fin que hay mucho de donde elegir, volviéndonos una sociedad absolutista y totalitaria, asustada de no tener la absoluta certeza de nada y donde estamos totalmente seguros de no saber que queremos o hacia dónde vamos y además en la mayoría de los casos nos zafamos con el clásico "ni me importa".

Pero ¿de verdad queremos seguir divorciándonos de nuestras convicciones por miedo al costo de oportunidad? (sí, aquí es donde cobra sentido haberte aprendido los términos de macroeconomía).

¿Cuándo fue la última vez que diste una opinión con convicción? ¿Cuándo fue la última vez que elegiste estar con una persona por convicción? ¿Cuando fue la última vez que te levantaste de tu cama y fuiste a trabajar convencido de que ibas a hacerlo con intención, por ganas de aportarle algo al mundo y no solo para hacer un poco de dinero?

Esta corriente de indecisión está afectando todos los aspectos de nuestra vida, tanto en hombres como en mujeres, estamos llenos de miedo al fracaso, pero lo que de verdad debería apanicarnos es no intentarlo, volvernos sopa instantánea, resultados de nuestras circunstancias. Debemos agarrar al toro por los cuernos, tomar las riendas de nuestra vida, salir, conquistar al mundo, encontrar la felicidad en las cosas que no son cosas, buscar logros espirituales, no materiales, no definir nuestras metas a partir de: quiero cambiar mi coche, quiero comprar una casa más grande, mejor pensar quiero conocerme más, quiero cuidar mi cuerpo, quiero hacer más ejercicio, comer mejor, fumar menos. Te aseguro que una vez que decidas dedicarle más tiempo a tu espíritu, a ser más firme en tus convicciones, exigir lo que si quieres en tu vida, y a deshacerte de lo que no, todo lo que quieres llegará, porque habrá espacio para lo que mereces pues te habrás parado del sillón de la comodidad y el facilismo, entonces de verdad habrás puesto a prueba todas tus capacidades, convirtiéndote en la mejor versión de tí mismo.

Del comienzo de este blog

Llevo ya mucho tiempo escribiendo. Escribo desde que me acuerdo. Al principio eran cosas cursis de adolescente enamorada del amor, ahora son cosas de adulto joven enamorada del amor también pero con la diferencia de que ahora es, no un amor romántico sino, un amor por el comportamiento humano, lo que incluye la parte cultural, la creativa, la narrativa, la social, la individual, la artística y la nada artística también; la que se esfuerza por crecer cada día y la que se conforma porque ya se cansó de intentar, la que es compasiva y la que es egoista, la que apesar de todo su entorno logra hacer cosas magníficas y la que a propósito de sus circunstancias se esmera en complicarse la vida, la graciosa y la superficial, la profunda y alegre y también la dolorosa, la pasional, la material y la espiritual, en fin, todo lo que es humano y todo lo que de ahí proviene. 

También le agrego ahora que me empiezan a sorprender las cosas que no tienen nada que ver con lo humano: los paisajes, la luna y las estrellas, las plantas y los animales, las piedras y su interpretación de ellas, la naturaleza y Dios, lo mágico y lo místico: TODO.

 Y todo esto lo conecta mi cabeza a veces de maneras racionales, emocionales, espirituales y otras tantas como resultado de una lucha mortal entre estas tres.

Una vez alguien me dijo: todo ya se inventó. Y si, es muy probable, pero lo interesante de todo esto es que como todo cambia todo el tiempo podemos encontrar maneras distintas de interpretar las cosas, los fenómenos y las maneras de reaccionar a todo con lo que las personas nos tropezamos día a día, porque como decian los filósofos escolásticos "quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur" (todo lo que se recibe toma la forma del recipiente). Osea, cada uno de nosotros, a partir de las experiencias de cada quien, hemos formado una mente receptora distinta y por eso la realidad parece distinta para cada quien, pues la recibe de su propia manera, y creo que si todos entendieramos eso, habría menos problemas en el mundo.

 Te invito a desamarrar cabos conmigo, a replantear ideas, a transformar conceptos, a crear y destruir paradigmas, a cuestionar lo que pasa a nuestro alrededor pero sobre todo a vivir, exigir y ser parte activa de nuestra vida y de la sociedad en la que vivimos; a aportar.

Así entonces este blog comienza: conmigo compartiendo lo que encuentro que me parece fascinante y a veces increible o incomprensible y que de alguna manera tengo que sacar de mi sistema para poder dormir tranquila, reir más fuerte o llorar con más pasión, para tratar de encontrarle sentido, forma o que alguien más le ponga orden porque tengo la teoría de que para el ser humano nada vale realmente la pena si no se comparte.